lunes, 19 de mayo de 2008

Jóvenes profesionales: promesas y talentos

Recientemente tuve oportunidad de liderar el reclutamiento de un grupo de jóvenes profesionales para el primer programa de una importante empresa nacional. Entre cientos de postulantes ingresarían solamente diez, luego de un minucioso proceso que implicó entrevistas individuales y grupales, assessment y test psicotécnicos. La misión: incorporar talento, una misión por la que compiten miles de organizaciones.

Si uno ingresa a una página de empleos o repasa los agrupados del domingo, se sorprenderá por la gran cantidad de avisos que invitan a graduados jóvenes o estudiantes avanzados a sumarse a sus empresas, para participar de programas de uno a dos años de duración, con rotaciones entre diversos sectores de la empresa, un fuerte entrenamiento y capacitación y además atractivas condiciones. Todos buscan jóvenes con energía, firme actitud, que tengan las ideas claras y sepan pararse para tomar el timón de sus propias vidas, que sean capaces de influir en otros y construir junto a otros, con la capacidad para analizar problemas y resolverlos.

La dificultad es que si todas estas empresas buscan el mismo tipo de personas, y quienes cumplen mejor estos requisitos no son tantos, se cumplirá inexorablemente la primera ley de la economía: Si la oferta es menor que la demanda, el precio sube. A menos que se flexibilicen los perfiles, las remuneraciones y los beneficios subirán, y en esta guerra por el talento, quienes tengan más recursos tendrán más posibilidades de conquistar los mejores candidatos. Pero hablamos de posibilidades. La realidad es que si el joven profesional puede elegir, más allá de la conveniencia económica, aceptará la propuesta que más lo entusiasme.

Como competir en esta carrera? Ofreciendo al menos condiciones de mercado pero con un programa que sea desafiante desde el momento cero. En definitiva, los jóvenes profesionales son profesionales pero antes son jóvenes, y privilegiarán las experiencias, la oportunidad de crear valor y sentirse reconocidos al mismo tiempo.